lunes, 13 de octubre de 2014

Capítulo 13.

-Narrado por Brenda-

Nos fuimos a un local. ¿Cómo saber cuánto alejarme o cuánto acercarme? Estaba hecha un manojo de nervios. ¿Qué me pasaba? Llevaba muchos años conviviendo con él, podía seguir como siempre, pero no estaba acostumbrada a estar con él sin Vera o sin Eloy. No estaba respaldada. Tuve la suerte de encontrarnos con unos amigos y nos quedamos con ellos. Poco después, cuando intenté encontrarme con él ya no estaba. Fui hasta los baños y allí le vi, con Anne. Por un momento pensé que se trataba de otra persona pero no, allí estaba abrazándose con ella. Me pude ir; pude haber dado media vuelta e irme sin que se dieran cuenta pero no, allí me quedé petrificada hasta que se dio cuenta de que estaba allí. Me miraron aquellos ojos que por un momento perdieron todo el brillo que me encantaba. Me di la vuelta y eché a andar. No tardo en alcanzarme.

- Eh, ¿estás bien?.- me dijo. No respondí. Agarró mi brazo y me dio la vuelta.

- ¡Suéltame!

- ¿Por qué estás así? ¿Qué te he hecho?

Le miré a los ojos. La verdad es que él no tenía ninguna culpa. La única que tenía alguna culpa era yo al haberme hecho ilusiones con él, al no haberle olvidado. ¿Pero cómo explicarle lo que me dolía verle con ella? 

- Olvídalo, diviértete.- y así, me fui.

Salí afuera y me senté en la acera. ¿Qué estaba haciendo con esto? Me sentía una egoísta. ¿O quizá el universo en sí era egoísta? Acercarme a una persona tan maravillosa sin acabar perjudicada era demasiado apostar. Puede que no estuviera hecha para él, o que él no estuviera hecho para mí. Pero el caso es que ahí seguía yo, y ahí seguí hasta que perdí la noción del tiempo. Cuando ya empecé a temblar, alguien me tapó con su chaqueta. La conocía bien, ya me había abrigado muchas veces en días de lluvia o e casa de Vera. Santi se sienta a mi lado.

- Lo siento.- Es lo primero que me dice.

- ¿Por qué?.- Me hago la sorprendida, pero me mira y su cara lo dice todo.

- Siento ser un idiota y que me hayas mirado con Anne.

- Ese es tu problema no el mío, si quieres ser un masoca y esperarla para que te haga daño es tu decisión, tu horrible y estúpida decisión.- Qué ironía y qué hipócrita soy pensé para mí misma.

- No es lo que tú piensas Brenda.

-¿Ah, no? Perdón, interpreto mal los besos entonces. Da igual, no es asunto mío.

- No es así, la vi y cuando le dije todo lo que pensaba sobre ella, la única disculpa razonable que pensó fue la de besarme. No habrá nada más.

- Vuelvo a repetir que a mi no me interesa lo más mínimo.

- Bueno.- me mira a los ojos.- Pero puede que a mi me interese que tú lo sepas.

Y sonríe. Esa sonrisa que atraviesa, esa sonrisa cálida que no puedes evitar sonreír también al verla. Yo todavía no he dicho nada.

- ¿Sabes que te quiero, verdad?- me dice con su sonrisa torcida.

Pero no todo podía seguir bien. Yo no pude dar mi respuesta, ni después de eso pude hablar con él de ese tema hasta después de un tiempo, porque justo en ese momento surgió el desastre. Fue un pequeño ruido para los demás, pero no para mí. Conocía esa moto. No podía ser. Me levanté para cruzar la calle y seguir hacia el sonido.

- ¿A dónde vas?- me retuvo. Yo ya estaba llorando entonces.- ¿Qué te pasa?

Pero él empezó a oír también, él y un montón de personas más que se acercaban hasta el lugar. Me miró y entonces lo supo al ver mis ojos, mi cara.

- No.- es lo único que consiguió decir. Entonces empezamos a correr los dos.

Ahí estaba, magullado e inconsciente. Apartamos a los demás y Santi lo tumbó en el arcén. Mientras él llamaba a la ambulancia yo llamé a Vera.

Intenté que se despertara, pero no fui capaz. No, este no podía ser su fin, no podía terminar así. Me acerqué a la moto y vi lo destrozada que había quedado. Más allá un ramo de flores y una nota pegada a él: Te quiero, da igual los daños. Iba a ir a casa de Vera.


sábado, 1 de febrero de 2014

Capítulo 12.


-Narrado por Vera-

Se van todos y yo me quedo sola en casa. Llevo unos días en los que nadie me deja en paz, todos quieren que me distraiga y me relaje un poco; aunque con tanta gente pegada a mí es imposible relajarse. Ahora que por fin estoy sola tengo que decidir qué hacer. ¿Qué le voy a decir a Mario? ¿Qué puedo hacer para que todo vuelva a ser como antes? Pero ya sé la respuesta: nada volverá a ser como antes. En tan poco tiempo han cambiado tanto las cosas. Tenía un novio como mejor amigo y en cuanto apareció Yoel todo se estropeó. Ojalá no lo hubiera conocido nunca. No, eso no es verdad. ¿Por qué siento algo por Yoel? Yo quiero a Mario. Empiezo otra vez con las mismas dudas. Lo mejor es que llame a Yoel y decirle que no se vuelva a acercar a mí, que yo quiero a Mario y que no siento nada por él, aunque mienta. Saco el teléfono.

Pero, ¿y si me equivoco? ¿Y si en verdad siento algo demasiado fuerte por Yoel? No podría volver a engañar de ese modo a Mario, ya bastante le había hecho ya. Hiciera lo que hiciera, alguien acabaría mal. Guardo el teléfono. No puedo, no puedo engañarles a ellos ni engañarme a mí misma de ese modo. Me levanto y bajo a la cocina. Necesito una señal. ¿Y qué será de mí si Mario no me perdona? Lo único que quiero es que todo vuelva a estar como antes, a que vuelva todo a la normalidad. Suena mi teléfono.

- ¿Sí?

- Vera, soy Yoel. Necesito verte.

¿Quizá es esta la señal? Me lo pienso detenidamente. ¿Y si lo veo y me desmoralizo? ¿Y si las cosas se ponen peor de lo que ya están? No, tengo que aclarar las cosas.

- Ven a mi casa, no hay nadie.

- Estoy ahí en media hora.

Cuelgo. Subo corriendo las escaleras y me quito el pijama. Empiezo a buscar ropa. Espera, ¿para qué me arreglo? Le voy a decir que todo esto se ha acabado, ¿no? Cojo lo primero que encuentro: Conjunto. Oigo el timbre. Vera, no te pongas nerviosa. No te pongas nerviosa. Voy bajando las escaleras. No te pongas nerviosa. Respiro hondo al llegar a la puerta. Yo puedo. No te pongas nerviosa. Abro la puerta y ahí está él. Mierda. Lo miro seria.

- Pasa.- entra y se sienta en el sofá.- ¿Por qué necesitabas verme?

- Porque te echaba de menos. Y sé que tú a mí también.- me dice sonriendo. Puto arrogante.

- Si quería verte es porque tenemos que aclarar las cosas, Yoel, por nada más.

- Mientes.- dice riendo.

- No, no miento.- intento mantener la calma.- Yoel, yo quiero a Mario. Yo necesito estar con él, ¿no lo entiendes? Necesito no volver a verte más.

Se queda callado. Cuando por fin habla se le nota enfadado.

- ¿Y ahora me vas a negar que no sientes nada por mí? Vera, por favor, no te engañes a ti misma. 

Me callo, si digo algo se notará que miento. Él sigue hablando.

- ¿Y ahora te callas? No quieres hablar porque sabes que tengo razón, porque eres así de orgullosa, ¿verdad? Niégalo a ver si puedes.- se cruza de brazos.

- Yoel, yo...No puedo, simplemente no puedo engañarle más. Le quiero.

- Ya lo sé, pero a mí también me quieres.- bajo la cabeza pero el se acerca y hace que la levante.- ¿Verdad?

- No.- no quiero llorar, me digo a mí misma.

- Es imposible contigo, eres imposible. Pero por eso te quiero.

Nos quedamos callados. ¿Qué decir ahora cuando todo había salido a la luz? Él sabía que yo le quería y yo sabía que él me quería a mí. No había nada que hacer. No había manera de solucionar esto.

- Es mejor que te marches, Yoel. Lo mejor para los dos es no vernos más. No aparezcas por aquí nunca y yo te prometo que no volverás a saber de mí, de verdad.

- Pero yo no quiero dejar de verte, Vera. Si de verdad no quieres verme más, si de verdad no me quieres.- se acerca más a mí.- Mírame a los ojos y dímelo.

Está muy cerca, demasiado. Se acerca todavía más. ¿Y si le beso? Puede que eso sea la señal, con quien debería estar. ¿Sería él?
Suena mi teléfono. Me aparto de él y lo cojo.

- ¿Sí?- Es Brenda, está llorando.- ¿Brenda qué pasa?

- Vera...-no es capaz de hablar.- Tienes que venir enseguida al bar.

- ¿Por qué? ¿Santi se ha peleado con alguien?

Después de un largo silencio, dice:

- No...Mario ha tenido un accidente.

Me paralizo. Las piernas no me responden y caigo de rodillas al suelo. Brenda sigue hablando, pero no la escucho. Ya no escucho nada. Yoel me levanta y coge el teléfono. Brenda se lo cuenta todo.

- Estaremos ahí en diez minutos. Ya vamos.- se gira y vuelve a mi lado.- Vera, reacciona. Vamos, tenemos que irnos.

Pero yo no puedo, no me siento capaz. Siento que se me viene todo encima.

- No puedo.- es lo único que consigo decir.

- Vera, venga. Yo estoy a tu lado, ¿vale? No le pasará nada. Vamos, te necesita.

Le miro a los ojos. Esos ojos negros que me miran angustiados. Asiento y me levanto. Salimos y subimos a la moto. De camino pasan imágenes por mi cabeza. Recuerdo cuando nos conocimos de pequeños, cuando él se mudó. Recuerdo jugar con él en el parque, las noches de verano riendo. Pasaron miles de imágenes en las que él me consolaba, sin saber realmente que era por él por quien lloraba. Y recuerdo nuestros besos, nuestros te quiero. ¿Podría volver a decírselo? Paró la moto y por fin vi el desastre. 








jueves, 19 de septiembre de 2013

Capítulo 11


-Narrado por Brenda-


Me senté junto a Vera y le llené su plato, aunque no comió nada. 

- ¿Qué te pasa? Es tu comida favorita.

- Le he contado lo de Anne a Santi. Le he destrozado.

No quise acabar de comer. Subí las escaleras y abrí la puerta de su habitación.

- ¡Vera lárgate!- gritó. Estaba tumbado en la cama.

- Soy Brenda.

Se incorporó y me dijo que pasara.

- Ya te has enterado, ¿no?

- Sí...¿Te encuentras bien?

- No mucho.

- No vale la pena que estés mal, Santi. Ella no merece la pena.

- ¿Y tú como sabes eso?

- Porque tú vales mucho que cualquier otra persona.
Sonrió. Esa sonrisa que, aunque no admitiría nunca,  me hacía sonreír a mí también y me hacía sentir tan bien. Me mira a los ojos y me dice:


- Gracias de verdad, pelirroja.- y al decir esto, me alborota el pelo.

Me pongo en pié de un salto y le cojo del brazo.

- Venga, baja a comer con nosotros y por la noche nos iremos de fiesta.

- Eloy ha quedado por la noche y tal y como está Vera, no va a querer ir a ningún sitio.

- Pues nos iremos tú y yo. ¿Te apetece?

- Claro.- dijo mostrando su preciosa sonrisa. 

Bajamos y nos sentamos en la mesa. Acabamos todos de comer y yo me fui a casa. No pensaba perder ni un minuto para prepararme. Después de una tarde de vaciar y volver a colocar una y otra vez mi armario, por fin encontré algo decente que ponerme con el tiempo justo: Conjunto. Salí de mi casa y me fui de vuelta a casa de Vera, ya que había quedado para cenar allí y ver unas pelis antes de irnos.

Llegué y Vera me estaba esperado en la puerta.

- Ven, tenemos que hablar.

Bff, no. Ya sabía lo que me iba a decir. Otra vez la misma charla que me echaba desde hace un año, interrogándome sobre mis sentimientos hacia Santi. Y claro, otra vez las mismas mentiras. Hacía ya mucho tiempo que sentía algo por Santi, aunque no sabía bien el qué. 

- ¿Qué?

- ¿Me vas a decir otra vez que no sientes nada por mi  hermano o me vas a contar de una vez la verdad? 

- ¿Qué verdad? Solo intento ayudarle porque es mi amigo. ¿Qué más quieres saber?

Sabía que no se estaba creyendo ni una palabra, pero no le iba a dar la razón. 

- Sabes que no te creo.

- Lo sé, y me da igual.

Me giro y me voy al salón. Me da igual lo que diga. ¿Acaso no puedo ser su amiga? ¿Acaso piensa que hago ésto para que se fije en mí? ¿Es que no me conoce? Voy por el pasillo cuando ella me para.

- ¿Qué quieres ahora?

- Lo siento. Ya sé que me pongo un poco pesada con esto.

- ¿Un poco?

Me sonríe.

- Lo siento, pero sabes que me preocupo mucho con ésto porque no quiero que mi hermano te haga daño, ya sabes como es él a veces con las chicas. No volveré a decirte nada sobre esto, ¿vale?

Ahora soy yo la que le sonríe.

- Gracias.- y le abrazo. 

- Por cierto, estás más que preciosa.

- No me hagas reír, Vera.

Pone los ojos en blanco. Es algo que yo misma le he pegado con el paso de los años.

- ¿Segura de que no quieres venir con nosotros?

- Segura. Prefiero quedarme a descansar. Han sido días muy duros.

Vamos juntas hacia el salón y cuando llegamos ahí está, tan perfecto como siempre. Me digo a mí misma que me controle.

Se me queda mirando. ¿Qué pasa? ¿Por qué me mira así? ¿Me he maquillado demasiado? ¿O es porque no voy lo suficientemente arreglada? Me pongo nerviosa. Sonríe al fin. ¿Y ahora por qué cojones sonríe? ¿Se está riendo de mí? Me pongo colorada. Mierda. Pensaba que podía controlarme. Su sonrisa se ensancha. 

- Vaya.- dice. Hasta él se queda desconcertado por su propia reacción.

Se me acelera la respiración. Joder, estoy por darme la vuelta e irme. Me pongo a la defensiva, como siempre hago cuando estoy nerviosa.

- ¿Qué coño pasa? ¿Acaso pensabas que iba a ir en chándal o qué?

- No, pero me asombra ver que puedes estar decente.- dice burlándose de mí.

Yo le hago una mueca y nos sentamos todos en el sofá para ver una película y comer las pizzas que han encargado.

- Oye, ¿y tus padres?

- Se han ido hoy por la mañana para hacer un pequeño viaje solos y han decidido dormir hoy en un hotel para no conducir tanto por la noche.

Asiento y me cojo un trozo de pizza.

- Oye gilipollas, ese cacho era mío.

- Pues cógelo si quieres.- le digo abriendo la boca. Él se acerca de broma y saca la lengua con ademán de coger el cacho en mi boca. Se me acelera el pulso y me vuelvo a poner colorada. 

- Por dios chicos, qué asco.- dice Vera. Él se separa a pocos centímetros riéndose y yo me cierro la boca e intento tranquilizarme. 

Qué incómodo. ¿Cómo puedo estar así? Intento razonar. ¿Por qué me pongo tan nerviosa? No es para ponerse así. Acabamos de ver la peli, aunque con los nervios que tengo no me entero de nada.

Recogemos todo y nos vamos, presintiendo que está noche pasará algo, no sé el qué, pero pasará. Y cómo no, tenía razón. 




viernes, 16 de agosto de 2013

Capítulo 10.

Pude convencer a mis padres para marcharnos temprano por la mañana. Nos levantamos a las 06:30, recogimos todas las cosas y nos despedimos de mi tía con la escusa de que estaba enferma. Me esperaban muchas horas de viaje y hacía un poco de frío, así que me vestí así: Conjunto. No había dormido casi nada, así que en un par de horas me quedé dormida y no desperté hasta que llegamos a casa. En cuanto llegamos deshice la maleta y fui a casa de Brenda para darle la ropa que le había comprado en Barcelona. Hacía mucho frío comparado con el tiempo de Barcelona. Llegué y en cuanto me abrió me abrazó y me susurró al oído:

- ¿Qué ha pasado, Vera? Ayer vi a Mario y cuando le pregunté qué tal lo había pasado contigo en Barcelona, puso mala cara y se fue...- cuando vio que los ojos se me humedecían me llevó a su habitación y en cuanto cerró la puerta me volvió a decir.- ¿Tan malo ha sido? ¿Qué pasó?

- Le engañé, Brenda.- abrió los ojos como platos.- Estaba en la playa con Yoel.- abrió aún más los ojos cuando le mencioné.- y entonces me besó y yo le devolví el beso y Mario se enteró...- Me eché a llorar.

Me estrechó entre sus brazos y me dijo:

- Tranquila, Vera. Todo va a pasar...

- No, nada va a pasar. Nunca me perdonará y yo no puedo sin él...-no me dejó terminar.

- Tú te arrepientes, ¿no? 

- ¡Pues claro! 

- Tú te arrepientes y él te quiere. Sé que no es mucho lo que te estoy diciendo, pero si de verdad os queréis volveréis a estar juntos.

- ¿Y si no volvemos?-dije sollozando.

- Eso yo no lo puedo saber amor.

Me sentía fatal. No solo había estado de Yoel, cosa que me dolía, si no que no le había hecho caso a Brenda como se merecía.

- Bueno, basta de lágrimas.- dije.- Ahora toca centrarse en ti.- y al decir esto le puse toda la ropa que le había traído encima de su cama.
 Me eché a reír cuando se abalanzó y se tiró encima de la ropa.

- ¡Es genial, Vera! ¿Todo esto es para mí? 

- Claro que sí boba.

Se levantó de un salto de la  cama y me abrazó hasta dejarme sin respiración.

- Vale, vale. Me tengo que ir a casa.

- Está bien. Hasta mañana cielo.

- Adiós amor.

Llegué a casa y subí a mi habitación. Me tumbé en la cama y cogí mi teléfono. Marqué su número, pero me colgó. Lo intenté diez veces más, aunque con el mismo resultado. Una última vez y dejaría de intentarlo por hoy. 

- ¿Quieres dejar de llamarme, Vera?- me sobresaltó oír su voz. Me quedé petrificada al oírle tan enfadado y no supe qué contestarle. Él se quedó esperando mi respuesta.- ¿Ahora no hablas? Mejor cuelgo.

- ¡No! Yo...solo quería...

- ¿Qué? ¿Qué querías? ¿Volver a decir que lo sientes? ¿Cuántas veces quieres que te vuelva a decir que eso no sirve de nada?

- ¿Y qué quieres que te diga? Es la verdad. No sé qué hacer para que me perdones...

- Nada. No puedes hacer nada, Vera. Solo el tiempo puede ayudar, si es que puede. 

Me quedé callada. No me esperaba esa respuesta. Ahora parecía tan tranquilo...Cómo si volviera a estar como antes, sin que nada hubiera pasado, aunque sabía que eso no era así...

- Mira, Vera, será mejor que estemos un tiempo sin hablar. No quiero verte. No quiero saber de ti por un tiempo.

Empecé a enfadarme. "No quiero saber de ti por un tiempo", esa frase no me gustaba nada. Seguí callada. Después de un rato en silencio, él pareció cansarse.

- Adiós, Vera.- y después de decir eso, colgó.

Me quedé pensando en esa frase. ¿Qué pasaba ahora? ¿Quería tenerme esperándole mientras se liaba con otras? Sabía que no podía exigiéndole nada por lo que había hecho, pero me arrepentía y él sabía que si pudiera cambiar las cosas las cambiaría...¿Qué debía hacer ahora? ¿Le seguiría el juego? ¿Haría lo que él quisiera o él seguiría con su vida y yo con la mía? Seguí pensando en ello hasta que me quedé dormida.

Me desperté a las 11:00. Me quedaría en la cama todo el día. Nos habíamos marchado los primeros, ya que los demás invitados se quedarían toda la Semana Santa en el hotel. El instituto no empezaría hasta el jueves, así que tenía mucho tiempo para vaguear. Me levanté y me fui a desayunar. Bajé las escaleras y leí la nota que mis padres habían dejado. 

"Hoy tu madre y yo vamos a salir. Volveremos tarde"

Bueno, por lo menos no tendría que aguantar a mis padres. Antes de que me sirviera el desayuno llamaron a la puerta. Era Brenda. Iba vestida así: Conjunto. Me alegraba verla, pero hoy no estaba para nadie.  

- He venido a secuestrarte, ¿puedo pasar?

- Claro.

- Vístete que nos vamos eh.

- No voy a ir a ningún sitio, Brenda.

- Claro que vas a ir. Vamos a ir a un bar a pasárnoslo bien con nuestros amigos. 

Era inútil resistirse a Brenda. Desayuné y me vestí así: Conjunto. Nos fuimos y llegamos al bar donde nos esperaban nuestros amigos. No me había dado cuenta de que era el mismo bar donde Mario y Yoel se habían peleado hasta que me senté en el mismo lugar donde Yoel me había hablado por primera vez. No había pasado ni una semana, pero habían pasado tantas cosas...

No quise pensar en eso en ese momento. Saludé a mis amigos fui a pedir algo de beber. De pronto vi a Anne, la novia de mi hermano y me acerqué para saludarla. Iba vestida así: Conjunto.  Antes de que pudiera decirle algo, apareció un chaval y le besó. Me di la vuelta y me fui de vuelta al billar. Tendría que decírselo a Santi al llegar a casa...

A las 13:00 decidimos irnos a casa. Brenda se quedaría en mi casa todo el día y decidimos ir a comprar los ingredientes para hacer espaguetis para nosotras y mis hermanos. Compramos las cosas y nos fuimos a casa para ir preparando todo. Cuando entramos, mis hermanos estaban tumbados en el sofá sin hacer nada, como no.

- Emm...¿Santi puedo hablar contigo?

- Sí, claro.

Subimos las escaleras y llegamos a su habitación.

- Santi, lo que te tengo que decir no es fácil...

- ¿Qué pasa?

-Es sobre Anne. No deberías estar con ella. Es que...-no me dejó terminar.

- Bueno ya vale, ¿no? ¿Quién eres tú para decir con quién puedo estar yo? 

- No, no es eso Santi...No es como tú piensas.

- Aaaaaah claro, porque tú sabes mejor que yo cómo es Anne, ¿no?

- No, pero...-me volvió a interrumpir.

- Vera, no vuelvas a meterte con Anne. Que lo tuyo con Mario no haya funcionado no significa que lo mío con Anne le vaya a pasar igual.

Eso me pudo.

- ¿Quieres saber lo que pasa? ¡La vi con otro en el bar! ¡La vi besándose con otro chaval! ¡Te está engañando, Santi!

Se quedó sin palabras. Estuvo en silencio durante un rato. Tuve que romper el silencio.

- Santi...-no me dejó terminar.

- Vete Vera, quiero estar solo.

Me sentía fatal. Me fui y bajé las escaleras. Brenda y Eloy ya estaban haciendo los espaguetis. A mí se me había quitado el apetito. Me senté con ellos en la mesa cuando acabaron de hacer la comida e intenté comer algo, pero no fui capaz. 

Y allí me quedé, sintiéndome fatal por el daño que le habían hecho a mi hermano, el mismo daño que yo le había hecho a Mario.


martes, 30 de julio de 2013

Capítulo 9.

Me acerqué. No se dio cuenta de que me acercaba, pero en cuanto me vio, se levantó del banco y comenzó a andar. Yo alcancé su paso y lo detuve.

- ¿Qué quieres?- estaba realmente enfadado y dolido.

- Por favor, vamos a hablar.

- ¿De qué quieres hablar? ¿De cómo me engañaste?- su voz sonaba tan distinta...

Yo me quedé atónita. Me miraba con odio, incluso me pareció que también con asco. Intenté pensar en qué decir, pero no me salían las palabras. No tenía explicación. 

- Yo...N-no quería, pe-pero.- no paraba de tartamudear.

-¿Qué no querías? Esa es la gilipollez más grande que he oído jamás.- gritó.- Si no hubieras querido, no lo habrías hecho. Lo has arruinado todo.- y dicho esto siguió andando.

Sus palabras resonaban en mis oídos. Lo has arruinado todo. Me temblaban tanto las piernas que me caí al suelo y me quedé allí de rodillas, llorando y odiándome a mí misma. Oía como Sara me hablaba e intentaba levantarme, pero yo estaba como entumecida y su voz me sonaba solo como un murmullo. Todo había acabado. Mario me odiaba, y con razón.  Me sentía la peor persona que podía existir. No solo había perdido a mi novio, sino a mi mejor amigo y a la persona que más quería desde hacía muchos años. Lo has arruinado todo. Esas palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza, como martillazos, haciendo que me encogiera más y más, hasta que me quedé con la cabeza entre las rodillas en medio del paseo de la playa. 

Cuando empecé a oír un poco mejor la voz de Sara me levanté y dejé que me guiara hasta el hotel. Me dejó en la puerta de mi habitación y yo entré sin despedirme. Me tiré en la cama y no me desperté hasta que llamaron a mi puerta, a las 10:00. Abrí la puerta sin molestarme a cambiarme antes, por lo que Yoel me pilló con la misma ropa de ayer por la noche.

- ¿Has hablado con él?- me dijo entrando en mi habitación sin ni siquiera pedir permiso.

Me quedé quieta sin saber si echarlo de mi habitación o desahogarme y contárselo todo. Pensé que sería mejor la primera opción porque no quería estar con nadie y menos con él en mi habitación, ya que podían venir mis padres.

- Yoel, es mejor que te vayas...-mi voz sonó frágil y cansada. No había dormido bien desde hace días y no tenía muy buena pinta.

- Por favor Vera, no me digas que tú también estás enfadada...- parecía que estaba suplicando para que no le echara. Por un momento se me pasó por la cabeza que podría sentirse mal, aunque deseché la idea al segundo. Yoel no era de esos.

- No quiero estar con nadie y menos contigo.- dije en tono cortante.

Entonces se acercó y me miró a los ojos, a unos pocos centímetros de mi cara. Aquellos ojos negros me desgarraban por dentro. Los de Mario me aturdían y embelesaban, pero los de Yoel me hacían sentir un profundo dolor en el pecho. Me volvían a fallar las piernas. Estuve a punto de caerme, pero Yoel me cogió por la cintura y no me soltó hasta que parecí menos aturdida. 

- ¿Vera estás bien?

- Sí, vete ya Yoel.

Quiso replicarme, pero le dejé muy claro que no quería estar con nadie y se fue. 

Empecé a preparar todo para la boda. Sería a las 15:00. Me vestí para ir a desayunar e ir directa a la peluquería. Salí así de la habitación: Conjunto. Hoy no hacía tanto calor como los demás días, aunque decían que mejoraría en un par de horas. Bajé rápido y cogí un bollo y un café para llevar. No quería encontrarme con Yoel bajo ningún concepto.

Fui a comprar las últimas cosas que me hacían falta y me fui a la peluquería. Salí y fui lo más rápido que pude a la habitación para vestirme y maquillarme. Eran las 12:00 cuando entré en la habitación para empezar a prepararme. Era temprano, pero iba a necesitar tiempo. Pasaron las horas y cuando acabé de hacerlo todo ya eran las 14:15. Tendría que ir corriendo para reunirme con mis padres. Salí así de la habitación: Conjunto. Me reuní con mis padres y juntos fuimos a la iglesia para la boda.  Me mantuve en el fondo de la iglesia junto a mi hermano, para que Yoel no viniera a hablar conmigo. La boda fue preciosa, aunque yo no estaba muy atenta. Nos fuimos al restaurante a las ocho de la tarde. La familia había querido que el fotógrafo sacara todas las fotos que pudiera, tanto a loa novios como a toda la familia. 

No me sentía nada cómoda en el restaurante. Todos estaban bailando y riendo, pero yo no era capaz, no era capaz de pensar en algo que no fuera en el daño que le había hecho a Mario y en que nunca me lo perdonaría. Estaba sentada esperando a poder irme de allí cuando alguien me cogió de la mano para levantarme de la silla. Yoel. No me había dado cuenta de que llevaba esmoquin. No pude evitar soltar una risita.

- ¿De qué te ríes?.- parecía contento de oírme reír, aunque no sé por qué, que me hiciera gracia verle con esmoquin no significaba que estuviera bien.- Ven anda, ven a bailar conmigo.

- No. Prefiero quedarme aquí.

- Venga. No te quiero dejar aquí sola.- ¿Por qué sonreía tanto? Parecía como si para él no hubiese pasado nada.

- Que no, Yoel. Déjame en paz.- hice que me soltara la mano.

- Sabes que no lo haré. Sabes que no me sentiría bien si te dejara a ti sola.

- ¿Y crees que a mí me importa lo que sientas tú después de lo que ha pasado? ¿Piensas que quiero hablar contigo después de todo este lío? Yoel, vete a la mierda.

Me levanté para poder ir al baño, ya empezaban a entrarme las ganas de llorar. Al levantarme, él me cogió del brazo.

- ¡DÉJAME EN PAZ, YOEL!- nadie se había enterado, ya que la música estaba muy alta. Bueno, solo Sara se había enterado, y venía hacia nosotros. Se acercó y le obligó a Yoel a soltarme el brazo.

- ¿Quieres dejarla en paz? ¿No has visto el daño que has hecho otra vez?.-´era la primera vez que oía a Sara hablar con él, sin contar aquella vez que había sido al abrir la puerta.- Siempre haces lo mismo, Yoel. Nunca te llega, ¿verdad? No te llega meterte en tu vida, si no que tienes que venir a arruinar la vida de los demás. Ya le has fastidiado bastante, ¿no crees? Ahora vete a buscarte a otra chica y jódele la vida a ella también, pero a Vera déjala en paz, ¿entendido?

Yoel decidió irse y Sara me acompañó al baño. No pude evitar echarme a llorar en sus brazos.

- Vera no llores, no merece la pena.

-Lo he jodido todo...Todo es por mi culpa.- no dejaba de llorar.

-No digas eso...él fue quien te besó.

-Pero yo le dejé. Todo es por mi culpa. Mario me odia.

- Mario no te odia, solo está dolido. Tienes que dejarle un tiempo para que él se aclare. Si te quiere volverá.

Nos quedamos allí sentadas en el suelo del baño, yo llorando y ella consolándome. Después de un rato, decidí salir para pedirle a mi hermano que me llevara al hotel. Me despedí de Sara y me fui.

Llegué al hotel muy cansada. Le di las gracias a mi hermano, me puse mi pijama y me tumbé en la cama. No quería despertarme jamás. Mañna por la mañana nos iríamos a casa, a Madrid, y no sabía como iba a actuar en el instituto.

¿Cómo iba a arreglar todo este lío? ¿Mario me perdonaría algún día? Lo único que sabía era que aquel beso con Yoel, aquel error tan grande, lo iba a pagar muy caro

domingo, 23 de junio de 2013

Capítulo 8.

Me desperté. Eran las 10:15. Una hora más tarde llegó mi madre y llamó a la puerta. No quise levantarme, no quería ver a nadie, así que no contesté. Se marchó, pero a la media hora llegaron mi hermano Eloy.

- Ey Vera, Mario me ha llamado porque tú no le coges. Está ahora al teléfono, ¿te lo paso?

Al oír eso me eché a llorar. Eloy lo oyó y le dijo a Mario que en ese momento no podía cogerle y colgó.

- Vera ábreme, dime qué te pasa.

Yo seguí sin responder. Después de estar un rato insistiendo me dejó en paz. Me volví a dormir. A las 12:00 me volvieron a despertar, pero esta vez era Santi.

- Vera ábreme.- dijo serio.

- Déjame en paz Santi, no estoy para nadie hoy.

Se quedó en silencio un momento y dijo:

- Por favor, sé que no soy el mejor hermano del mundo, pero te juro que si hay que partirle la cara a alguien se la parto. Venga Vera ábreme y te prometo que haré todo lo que pueda por ayudarte.

Vaya, no me esperaba eso de mi hermano. Abrí la puerta.

- ¿Qué quieres?

- ¿Me vas a contar lo que ha pasado?

Le conté todo lo que había pasado.  Se quedó un momento en silencio y dijo:

- Se lo tienes que decir Vera. No puedes estar engañándole.

- Es que yo no quiero estar engañándole...No podré estar tanto tiempo sin verle.

Después de estar un rato insistiéndome, me convenció para salir de la habitación. Me fui a cambiar y me vestí así: Conjunto. Nos fuimos a dar una vuelta hasta que fueran las 14:30 para ir al hotel para comer con todos. Fue genial estar con mi hermano, me animó bastante, cosa que no me esperaba. A las 13:30 nos fuimos al hotel para prepararnos. A las 14:20 bajamos los dos juntos para coger el sitio. Acordamos que no sentaríamos juntos. Yo no me sentiría bien si no estaba con él, y él quería  controlar que Yoel no se acercaba a mí. Me puse esto para ir al restaurante: Conjunto. Se sentó conmigo y con las chicas en la misma mesa. Todas se pusieron a babear menos Sara. Se rieron juntos y hablaron mucho, pero no babeaba ni nada parecido como las otras. Comimos y decidí irme con Sara a dar una vuelta. No nos apetecía nada cambiarnos así que nos fuimos como habíamos ido a la comida. Ella fue así: Conjunto

Salimos del hotel. Estábamos en la entrada cuando me pareció ver a alguien conocido. Me di la vuelta y le vi: llevaba un ramo de flores y vestía así: Conjunto.

- ¡Vera!- gritó y vino corriendo a abrazarme. Yo no me lo podía creer ¿Había venido desde Madrid hasta Barcelona para verme? Dios, esto no podía ser.

- ¿Qué haces aquí?- aunque no sé para qué se lo preguntaba, estaba claro.

- Te echaba demasiado de menos y decidí venir a verte.

¿Y ahora qué? ¿Qué le podía decir? Me quedé quieta mirando aquellos ojos grises que tanto me gustaban. Tendría que decírselo, ¿pero cómo? Decidí que sería mejor contárselo ya...

- Mario ven adentro, tenemos que hablar.

- ¿Para qué? ¿Por qué no vamos mejor a la playa? Aquí hace muchísimo calor, no como en Madrid. Venga, lo que tengas que decirme, dímelo aquí y ahora.

- No Mario, no lo entiendes, es mejor que vayamos dentro y estemos los dos solos para contártelo...

- Que no Vera, dímelo ya.

Justo en ese momento salía Yoel por la puerta del hotel y, como no, Mario le vio enseguida. Él me miró y vino hacia mí, sin darse cuenta de que Mario estaba a mi lado.

- Vera, por fin te encuentro. He querido hablar contigo desde lo de ayer, pero...-y en ese mismo momento se dio cuenta de quien estaba allí. 

- ¿Qué hace éste aquí?

Yoel y yo nos miramos ¿Cómo decirle que le había engañado?

- Mario, por favor, vamos adentro y hablaremos...

Y de repente, pareció entenderlo todo. 

- Dime que no lo has hecho Vera...Dime que no has tenido nada con él.- dijo Mario. Parecía que iba a llorar.

Yoel decidió intentar ayudarme:

- Mario, es mejor que le hagas caso. Vete adentro con ella. No creo que quieras, pero si hace falta te lo explicaremos entre los dos.- se le veía realmente mal. Antes de que pudiera hacer nada, Mario se abalanzó y empezó a pegarle. Yo intenté separarles pero no hubo manera. Sara fue a llamar a Santi para que los separara y enseguida llegó. Los separó. El labio y la nariz de Yoel estaban sangrando y Mario tenía intenciones de que llegara a más.

- Ya está bien. Mario, es mejor que te vayas antes de que te metas en problemas.

Él se apartó, me miró y dijo, tirando las flores al suelo, justo a mis pies:

- Toma, seguramente él te dará cosas mejores o te hará sentir mucho mejor que yo, pero aún así toma las flores, yo ya no las quiero.

Y diciendo esto se fue. Yo me quedé quieta mirando como se iba, como la persona que más quería se iba odiándome, llorando con el corazón roto y todo por mi culpa. Me di la vuelta y vi a Yoel sangrar. Le acompañé dentro del hotel y pedí un botiquín para curarle la herida del labio. Yo no dejaba de llorar. No hacía ningún ruido ni le hablaba, simplemente lloraba. Yoel me miraba con bastante pena.

- Lo siento muchísimo Vera, no quería fastidiar tu relación con él, pero no pude evitarlo...

- La culpa no fue tuya. Yo tenía que haberme apartado, no tenía que haber dejado que me besaras, pero yo tampoco pude evitarlo.

- Entonces eso significa que sientes algo por mí, ¿verdad? 

Le miré a los ojos. No me podía creer que estuviera diciéndome eso con todo lo que acababa de pasar. No quise contestar, pero él siguió insistiendo:

- ¿No me oyes? Te estoy diciendo que es verdad que sientes algo por mí y tú no dices nada. Te da miedo admitir lo que realmente sientes.

Yo seguí sin responder. Por una parte no quería hablar en ese momento y por otra no quería reconocer que tenía razón.
¿Cómo había pasado todo esto? ¿Cómo había pasado de estar con el chico que siempre quise a tener dudas? 

- Vera, joder respóndeme. Sabes que tengo razón.

- ¿Qué quieres que te diga? Sí, he engañado a la persona que más quiero y sí, sí que siento algo por ti ¿Algo más? La culpa es mía. No nos teníamos que haber conocido nunca.

Dicho eso me fui, no quería saber nada de nadie en ese momento. Cuando iba a llegar al ascensor me detuvo mi hermano. Me intentó abrazar, pero yo no quería estar con nadie. Intenté separarme de él cuando me abrazó, pero terminé llorando en sus brazos. Me acompañó a mi habitación.

- Mira, yo me voy a cambiar.- llevaba el traje que se había puesto para ir a comer al restaurante del hotel.- Cuando termine vengo y pasamos la tarde juntos viendo pelis, ¿vale?

A mi me pareció un buen plan. Me fui a cambiar. Llegó vestido así: Conjunto. Yo me puse esto: Conjunto. La sudadera era de Mario. Me la había dado el día de la pelea. Olía a él.
Nos pusimos a ver la películas hasta que fueron las 20:00. Él había quedado y yo también. Yo y Sara habíamos quedado en ir a dar una vuelta y como ya le había dejado plantada antes, no lo iba a hacer ahora.

Me cambié y bajé. Hacia un poco de fresco así que me puse esto: Conjunto y Sara esto: Conjunto. Me encantaba su camiseta, había comprado una igual para Brenda. Nos fuimos a cenar a una bocatería y dimos una vuelta. Estábamos en el paseo de la playa cuando vi a Mario.
¿No se había ido ya? ¿Por qué seguía aquí? Me acerqué para explicarle todo. 

sábado, 15 de junio de 2013

Capítulo 7.


Bajamos hasta el restaurante. Había muchísima gente allí. Yo y mis hermanos nos fuimos a la zona que estaba asignada para la gente de nuestra edad. Me presenté con los chicos y chicas de mi mesa y empezamos a hablar de las ciudades de las que veníamos. Después de 15 minutos de presentación nos dispusimos todos a comer. Era un buffet libre así que me levanté para coger mi bandeja y servirme.

Me puse a la cola y alguien chocó conmigo. Oh no.

No nos dijimos nada cuando nos reconocimos, solo nos quedamos mirándonos a los ojos. Todas las veces que le había visto no había parado de mostrar su preciosa sonrisa, pero en ese momento estaba atónito. Aquellos ojos negros miraban fijamente los míos.

- ¿Qué haces aquí?- le dije en un tono un poco molesto (aunque claramente me molestaba que estuviera allí).

- Está claro, ¿no? Estoy en la boda de mi madrina.

No por favor, eso no. No me podía creer que mi tía fuese la madrina de Yoel.

- Y tú, ¿qué haces aquí?

- Eva es mi tía.

Él también se quedó asombrado. Después de servirme, me dirigí a mi mesa y él vino detrás de mí, diciendo:

- Bueno, ahora tendremos más tiempo para nosotros...- volvió otra vez su sonrisa arrogante.

- ¿Cuántas veces te tengo que decir de que no me gustas?

- Sé que no es verdad. Por cierto, ¿y tu novio?

- Mi novio está en su casa, ¿o querías que viniera para que se enterara de los encontronazos que hemos tenido y te diera otra paliza?

- Que venga si quiere tener problemas.

- Problemas vas a tener tú como no me dejes en paz.

Llegué a mi mesa y me senté. Él seguía de pie a mi lado, queriéndose sentar, pero estaba todo ocupado en aquella mesa. Las chicas que estaban conmigo empezaron a babear.

- Hola Yoel...- decían unas.

- ¿Qué tal estás? ¿Tienes planes para hoy?.- decían otras.

Yo le miré. Él pensaba que yo sería como una más de esa mesa. Me hacia mucha gracia pensar en que él tenía esa idea tan equivocada  de mí. Él, notablemente incómodo por los comentarios de las otras chicas, decidió irse a su mesa, pero no sin antes acercarse a mí y decirme al oído:

- No pienses que yo te imagino como todas estas. Tú eres mucho más.

Y dejándome colorada, se fue a su mesa. Todas las chicas empezaron a preguntarme de qué le conocía y yo les decía que solo era un chaval al que me lo había encontrado un par de veces. Todas empezaron a contar sus "historias" con él, aunque oyéndolas, se notaba que ninguna de sus ideas iban a acabar muy bien.

- Seguro que hoy me llama...Me dijo alguna que otra vez que le gustaba.- decía una.

- ¿Pero qué dices? Si me pidió a mí salir...

Viendo que empezaba una discusión, me fui derecha a la mesa de los chicos, donde estaban mis hermanos sentados y, desgraciadamente, Yoel.

- Ey hermana, ¿qué haces aquí?.- me dijo Eloy sorprendido.- ¿No tendrías que estar con las chicas?

Miré a Yoel y dije:

- Ya que allí están a discutir por un chaval al parecer bastante falso y manipulador, he decidido venirme a otra mesa.

En vez de sentirse avergonzado o incómodo, pareció sentirse de lo más halagado. Qué arrogante es. Nos pusimos a comer, aunque a mí se me quitó un poco el apetito por lo incómoda que me sentía al ver que no dejaba de mirarme. Pasó la "gran comida" y todos se fueron donde quisieran. Yo decidí irme de compras con las amigas que había hecho, así que me fui a cambiar,me despedí de mis padres y me fui con ellas. Fui vestida así: Conjunto. Éramos 4: Sara  Conjunto, María Conjunto, Emma Conjunto y yo. Nos pasamos la tarde entre tiendas y monumentos. Ellas ya habían estado en Barcelona otras veces, pero yo no había ido nunca. Fue genial poder pasar la tarde con ellas. Llegamos al hotel cargadas de bolsas. Yo traía esto: Conjunto. Llevaba cosas para Brenda, Mario y para mí. Quedamos en que volveríamos a ir de compras el lunes. Nos iríamos a casa el próximo domingo, así que tenía muchísimos días para poder salir. Teníamos planeado cenar unas pizzas y salir por la noche con los chicos y las demás chicas que íbamos a la boda.

Eran las 21:00. Pedimos las pizzas y nos fuimos a mi habitación. Empezamos a hablar y, como no, salió el tema de Yoel.

- ¿Y de qué le conoces?.- me preguntó María.

- Lo conocí una noche. Mi novio y él se pelearon cuando estaba intentando ligar conmigo y desde entonces hemos tenido algunos encontronazos. Es un pesado.

- Se nota que le gustas...- dijo Emma.

- Por favor, ¿cómo podéis decir eso? Ya sabéis muy bien que a él no le gusta ni quiere a nadie. Solo es un gilipollas.- interrumpió Sara.

Todas se quedaron calladas. Al final me animé yo a decir:

- ¿Todas habéis tenido algo con él? 

- Pues claro.- dijo María.- Yo y Emma solo estuvimos liadas con él. Sara fue la única que duró más de un mes con él.

- Por desgracia.- dijo Sara.- Más me  habría valido pasar tres semanas con él como vosotras que los dos meses que viví engañada. Fue un gran error.

- ¿Por qué? ¿Qué pasó?.- dije. Sara parecía realmente molesta por hablar de él. 

- Me engaño con una amiga mía. Y además de engañarme, me dejó delante de todo el instituto en una fiesta.

Estaba bastante enfadada al hablar de aquello, así que decidí dejar el tema. Pasaron las 22:00 y seguimos riendo y tomando pizza. Todos nos marcharíamos a la 00:30, por lo tanto teníamos tiempo de sobra. Nos pusimos a ver la película "Cartas a Julieta" cuando de repente alguien llamó a la puerta. Sara se levantó de la cama y abrió la puerta. Era Yoel.

- ¿Qué quieres?- dijo Sara con tono enfadado.

Mario no puso mala cara al mirarla, más bien se sentía un poco avergonzado por verla allí, espero que se sintiera muy mal por lo que había hecho.

- Venía a hablar con Vera.

Salí yo, esperando que no me viniera a pedir una cita. La suerte no me sonrió.

- ¿Qué pasa?

- Nada, te venía a decir si querías dar una vuelta. Estás bien acompañada, no lo dudo, pero conmigo lo pasarías mejor.- otra vez volvía el Yoel arrogante, aunque no sabía si lo único que tenía ese chico era arrogancia.

- Pues no. Estoy muy bien con ellas y ya hemos quedado con los demás a las 00:30, así que no hace falta que te molestes.- y le cerré la puerta en la cara.

Sara estuvo incomodada gran parte del tiempo, pero en cuanto nos pusimos a probar ropa para irnos, se le pasó todo. Decidí ir así: Conjunto. No quise llevar chaqueta porque hacía muchísimo calor. Nos fuimos a conocer un poco más la ciudad. Bebimos y bebimos y bebimos. Pasadas las 04:30 de la mañana nos fuimos todos los 16 que éramos junto a otros 6 que habíamos conocido a la playa. No hacía nada de frío y no había nadie en la playa (aunque claro, era lo normal, eran más de las cuatro de la madrugada)Muchos se fueron a bañar, pero otros (como Sara, María, Emma y yo) nos quedamos en la orilla, tumbadas en la arena. Estaba bastante borracha, más de lo que yo estaba acostumbrada. Estaba aturdida, riéndome sin parar, cuando alguien se me acercó. Era Yoel. Busqué la cara de mala ostia de Sara, pero no la veía. Ni a ella ni a ninguna de las tres. 

- Yoel no empieces eh. Déjame.-le dije un poco mareada. 

Él no dijo nada. Se quedó mirándome fijamente. Se fue acercando lentamente hacia mi. Yo me quería apartar, pero había algo, no sé si en su mirada o si en mí, que hizo que no me moviera ni siquiera un milímetro. Estábamos nariz con nariz cuando se paró. Nos quedamos así por un momento mirándonos sin saber qué hacer.
¿Qué podías hacer yo? Quería apartarme, pero a un mismo tiempo no quería moverme, una parte de mí quería quedarse así durante toda la noche. Y de repente, sin que yo me lo esperara, me besó. Fue un beso tan dulce. No pensé que en él hubiera besos así, cariñosos, tiernos, que te hacen sentir bien. No me imaginé que en él hubiera esas palabras. Mario. Me vino su nombre a la cabeza y me aparté. Le miré a los ojos a Yoel y empecé a llorar.
¿Qué había hecho? No, no podía haber hecho esto, no podía haber besado a alguien que no fuera Mario. Seguía llorando y Yoel dijo:

- Vera, ¿estás bien? ¿Qué te pasa?- intentó abrazarme, pero me aparte.

- ¿Cómo que qué me pasa? ¡Te he besado, Yoel! ¡Tengo novio! Yo quiero a Mario.- al decir el su nombre empecé a llorar aún más. No me podía creer que hubiera hecho esto ¿Cómo me lo iba a perdonar Mario? No me perdonaría ni yo misma ¿Cómo se lo decía? No podía ni pensar en su nombre. Dios, me tenía que ir de allí. Me levanté y me dirigí al hotel. Oía como Yoel me llamaba, pero yo no le hacía caso. No podía escucharle, no podía mirarle, no podía hacer nada. Me sentía tan avergonzada conmigo misma. Me despreciaba en ese momento. Yo seguía andando, aunque no sé hacia donde, porque no sabía ni donde me encontraba. Paró un coche a mi lado y uno de los chicos que iba dentro bajó la ventanilla.

- Guapa, ¿te llevo a algún sitio?- me dijo.

Yo no podía hablar, no me salían las palabras, ni para aquel tipo ni para nadie. Seguí andando. El coche seguía estando a mi lado, siguiéndome.

- ¿No me has escuchado? Sube al coche anda.-  abrió la puerta del coche y salió para cogerme del brazo.

Yo intenté empujarlo, pero no tenía fuerzas. Me cogió por los brazos para meterme en el coche. Quería gritar, pero no tenía voz. Quería moverme, pero no era capaz. De pronto, ya nadie me agarró, noté como me soltaban. Me giré y vi como Yoel le apartaba de mi. No sé qué le dijo Yoel, pero se fue inmediatamente. Se me acercó y me abrazó.

- ¿Estás bien?- dijo. Su voz estaba rara ¿Estaba llorando? No, Yoel no podía llorar. Me aparté y me fijé en su cara. Sí, estaba llorando.

- Sí, estoy bien...Yoel, ¿estás llorando?

Él se secó las lágrimas y me llevó a casa. Estuvimos callados todo el camino. Llegamos al hotel y me acompañó hasta la puerta de mi habitación.

- Bueno...-dijo un tanto incómodo.- ¿Qué va a pasar ahora?

- Nada. Tú y yo haremos como si no nos conociéramos. Pasará esta semana, me iré a casa y se lo contaré a Mario.

- ¿Se lo vas a contar? ¿Crees que no se enfadará?

- Me odiará por esto, pero se lo tendré que decir.

Se acercó y me dijo al oído:

- Yo no quiero hacer como si ni te conociera. Me gustas Vera y yo  a ti. No quiero separarme...- le interrumpí.

- Yoel, tú a mi no me gustas. Yo quiero a Mario y punto.

Entré y cerré la puerta. No me podía creer que pasara esto. Todo había sido un completo error. A mi Yoel no me gustaba, yo solo quería a Mario. Una idea me vino a la cabeza: ¿Y si sí que sentía algo por Yoel? No, no podía ser. Yoel era arrogante y falso, sin escrúpulos ni sentimientos, pero antes no había sido él.

Esa noche no dormí, me quedé pensando en miles de cosas. Pensé en Mario, en Yoel, en lo mala persona y novia que había sido. Pensé en cómo se lo podría decir a Mario, pero no se me ocurría ninguna manera de decírselo. Me quedaban muchos días por aguantar allí. Iba a ser una semana muy larga.