lunes, 10 de junio de 2013

Capítulo 6.

 Estaba en un lago con Mario. Hacía mucho calor y había otras personas que tomaban el sol cerca de nosotros. Nos lo pasábamos muy bien, nos besábamos y reíamos como nadie. Hacía mucho calor, por lo que Mario decidió irse a dar un baño. Él me preguntó si quería ir con él a bañarme, pero yo le dije que no, que prefería tomar el sol. Se fue y yo me quedé tumbada escuchando música. De pronto le oí gritar. Me levanté, pero no le veía. Grité su nombre y enseguida le vi intentando salir a la superficie para respirar. Me desesperé al verlo así. Intenté ir a sacarle del agua, pero mis piernas no se movían. No podía quedarme quieta mientras él se ahogaba. Les pedí ayuda a las personas más próximas, pero no me escuchaban, parecía como si no existiera. Volví a intentar mover las piernas mientras gritaba su nombre. Él se movía cada vez menos y yo me desesperaba cada vez más. Le estaba viendo morir y no podía hacer nada. Dejó de moverse. Tardé unos 10 segundos en poder recuperar la movilidad de mis piernas. Eché a correr y nadé hasta donde él se había quedado flotando, inmóvil como un cadáver. Llegué hasta él y le levanté la cara para que pudiera respirar, pero ya era demasiado tarde. Le llevé hasta la orilla y allí le intenté reanimar, pero fue inútil. Seguí gritando, intentando que la gente que estaba allí me ayudara, pero seguían estando igual, ajenos a todo lo que pasaba. Fui a la toalla y saqué mi móvil para llamar a una ambulancia. Marqué el número, pero nadie contestaba. Colgué e intenté llamar a mi madre, pero esta tampoco contestaba. Marqué cinco números más, pero todos con el mismo resultado: nada. Volví con Mario. Estaba blanco; blanco y frío. Me quedé allí con él, llorando y gritando su nombre, sin poder hacer nada por él. Yo le había matado. Si hubiera estado con él no se hubiera ahogado. Y allí me quedé, echándome las culpas mientras miraba a mi novio, muerto y frío.

06:30. Me desperté sobresaltada y sudando en frío. Había tenido una pesadilla terrible. Sabía que solo había sido un sueño, pero aún así no podía dejar de llorar. Después de dejar de llorar y tranquilizarme un poco intenté volver a dormir, pero me fue imposible. Me levanté, desayuné y me vestí. Hoy tenía tiempo, así que no me preocupé en la hora. Salí a las 08:00 de casa, aunque siempre salía de casa a las 08:20. Iba vestida así: Conjunto.

Llegué a casa de Brenda. Toqué el timbre y salió.

- ¿Qué haces aquí?- me dijo.- Es muy temprano.

- Ya, pero hoy me levanté temprano. Venga, termina que hoy nos vamos antes.

Dos minutos después salía con su bollo en la mano como desayuno y vestida así: Conjunto

-¿No tienes frío?-le dije riéndome. Se había hecho un moño, pero como le dije que se diera prisa, le había quedado un poco despeinado. Aún así estaba preciosa, como siempre lo está.

- Que va, llevo medias.- me dijo.

Nos pusimos en marcha, aunque sin ninguna prisa, teníamos mucho tiempo. Íbamos caminando cuando se nos cruzó una moto por delante. Casi le da a Brenda.

- ¡Eh imbécil, mira por donde vas!- le gritó Brenda enfadadísima. Por poco no le tira al suelo.

La moto se giró y vino hacia nosotras.

- Mierda.- dije al reconocer la moto.

De ella bajó Yoel. No por favor, ese gilipollas otra vez no. Brenda no sabía nada, así que siguió tan enfadada como estaba.

- Pero mira a quien veo otra vez...El destino nos junta eh.

Brenda me miró extrañada, aunque en ese momento no le quise decir de qué le conocía. Antes de que pudiera decir nada, volvió a hablar.

- ¿Ha pasado algo? Es que he oído que decíais algo.- me miró.- ¿No habrás sido tú la que me ha dicho todo eso verdad?-dijo riendo.

Iba a decir algo, pero Brenda fue más rápida.

- No, fui yo. Por no saber conducir como deberías, casi me tiras al suelo.- dijo bastante enfadada.

Él le miró y dijo:

- Perdón guapa, no quería hacerte nada. Si quieres lo arreglamos desayunando juntos...-dijo arrimándose a ella.

- No gracias, ya nos íbamos.- dijo girándose y cogiéndome por el brazo.

Él me sujetó del brazo y me tuve que girar. Yo me estaba poniendo de muy mala ostia.

- No pienses que por decirle eso a tu preciosa amiga.- le miró y le sonrió.- quiera decir que me olvide de ti eh.

Me solté.

- A ver, ¿de qué coño vas? ¿Piensas que me gustas? ¿Piensas que no es mejor mi novio que tú? Estás muy equivocado chaval, así que déjame de una vez en paz, ¿vale?

Y después de decir eso me fui con Brenda hasta el instituto.

De camino estuvimos hablando. Le conté todo sobre la pelea y de los encontronazos que tuve con él. Ella me seguía preguntando, pero yo me había puesto de muy mal humor y preferí no seguir hablando sobre él.

Llegamos y allí estaba Mario esperándome. Iba vestido así:Conjunto. Me despedí de Brenda y me quedé con él. Hoy estaría casi todo el día con él. Comeríamos en la cafetería del instituto y estaríamos casi toda la tarde juntos, hasta las ocho, porque a esa hora tendría que ir a mi casa a preparar las maletas, ya que mi tía celebraba su boda en Barcelona y nos habían invitado (como al resto de los invitados de la boda) a pasar las vacaciones de Semana Santa en el hotel donde nos alojaríamos todos los que fuésemos a la boda. No me gustaba mucho la idea de no ver a Brenda ni a Mario durante casi una semana, pero la idea de ir a Barcelona para acudir a la boda de una de mis tías preferidas me quitaban las malas ideas. Tendríamos que marcharnos por la noche, ya que mi padre decidió ir en coche hasta Barcelona (una idea un poco absurda eso de querer estar encerrada con mis hermanos en un coche durante tantas horas). Entramos y empezaron las clases una mañana más. Serían mis últimas clases antes de la Semana Santa, ya que como me tendría que ir hoy por la noche, me darían las notas este mismo día. No estaba nada preocupada, sabía que mis notas estarían bien, siempre lo están.

La mañana pasó muy rápida. Pronto tocó el timbre para irnos por fin. Me despedí de Brenda entre abrazos y besos y me fui a comer a la cafetería con Mario. Después de una guerra de helado entre los dos, nos fuimos hasta el parque para descansar un poco. Se sentó en un banco y yo me puse en su regazo. Era tan reconfortante estar a solas con él. Después de tanto estrés y de tanta mala ostia, por fin podía descansar escuchando música a su lado, sintiendo sus brazos y su risa. Hablamos durante mucho tiempo, hasta que nos quedamos callados y empezó a sonar "Mira la vida" de Dani Martín. Nos quedamos callados, él acariciándome el pelo y yo acariciándole su brazo. Me separé y le miré a los ojos, aquellos ojos grises iluminados que también me miraban a mi.

- Te quiero tanto.- dijo en voz baja, casi un susurro.

Yo le sonreí, simplemente eso. No hacía falta decirle nada, él entendía muy bien cuánto le quería yo y cuánto agradecía que pasara esto. Nos volvimos a quedar en silencio, escuchando la canción, yo acariciando su cuello y él tocándome aún el pelo. Cuando acabó la canción me separé y le dije:

- Mira, nuestra  canción.

Y nos quedamos allí, sin hablar, con las manos entrelazadas, escuchando una y otra vez nuestra canción.



19:30. Me tenía que ir. Mario me acompañó a casa, aunque preferíamos que ni mi madre ni mis hermanos nos vieran juntos, por si se les ocurría contarle lo nuestro a mi padre. A pesar de eso, le dije que me acompañara, no fuera a ser que me encontrara otra vez con Yoel.

Llegamos, y con tan mala suerte salió mi padre por la puerta.

- ¡Menos mal Vera! Pensaba que te tendría que ir yo a buscar...

- Hola papá...-dije un tanto incómoda.

Él miró a Mario y le saludó con un fuerte abrazo. Mi padre sabía muy bien que Mario era mi mejor amigo de toda la vida, aunque solo sabía eso. Después de que Mario y mi padre estuvieran hablando, nos despedimos y se fue a su casa. Yo me preparé las maletas. Cuando llegó la hora de irse, nos reunimos todos en frente del coche. Mi hermano Eloy tuvo que ayudarme a bajar mi otra maleta. Claramente mi padre se quejó por llevar tanta "carga".

Eran las 23:00. Nos encaminamos hacia Barcelona. Dormí la mayor parte del viaje, así que no me enteré de mucho. Solo me acuerdo de oír protestar a mi hermano Santi por no poder llevar también a su novia Anne a Barcelona.

Me desperté a las 06:00 de la mañana y ya casi habíamos llegado. Paramos a desayunar en una cafetería y a las 07:30 ya estábamos en el hotel donde nos hospedaríamos durante la Semana Santa junto a los otros invitados. Antes de instalarnos en nuestras habitaciones (mi madre y mi padre en una, mis hermanos en otra doble y yo en una individual), fuimos a visitar a mi tía Eva. Nos dijo que a las 14:30 habría una gran comida en el restaurante del hotel para los que iban a la boda.

Después de aquella visita, nos instalamos en el hotel. Eva me había dicho que no solo iban a haber personas de su edad, sino que también habría chicos y chicas de mi edad, ya que estaban invitadas muchísimas familias amigas de los novios.

Cuando acabé de colocar toda la ropa decidí irme a la ducha, habían sido muchas horas en coche. Cuando acabé de prepararme para la comida en el restaurante, salí así de mi habitación: Conjunto. Fui al restaurante del hotel con mis padres y mis hermanos. Caminando hacia allí, no pude dejar de pensar en lo bien que me lo pasaría esa semana, aunque no sabía todas las cosas que pasaría en esos días.




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