martes, 30 de julio de 2013

Capítulo 9.

Me acerqué. No se dio cuenta de que me acercaba, pero en cuanto me vio, se levantó del banco y comenzó a andar. Yo alcancé su paso y lo detuve.

- ¿Qué quieres?- estaba realmente enfadado y dolido.

- Por favor, vamos a hablar.

- ¿De qué quieres hablar? ¿De cómo me engañaste?- su voz sonaba tan distinta...

Yo me quedé atónita. Me miraba con odio, incluso me pareció que también con asco. Intenté pensar en qué decir, pero no me salían las palabras. No tenía explicación. 

- Yo...N-no quería, pe-pero.- no paraba de tartamudear.

-¿Qué no querías? Esa es la gilipollez más grande que he oído jamás.- gritó.- Si no hubieras querido, no lo habrías hecho. Lo has arruinado todo.- y dicho esto siguió andando.

Sus palabras resonaban en mis oídos. Lo has arruinado todo. Me temblaban tanto las piernas que me caí al suelo y me quedé allí de rodillas, llorando y odiándome a mí misma. Oía como Sara me hablaba e intentaba levantarme, pero yo estaba como entumecida y su voz me sonaba solo como un murmullo. Todo había acabado. Mario me odiaba, y con razón.  Me sentía la peor persona que podía existir. No solo había perdido a mi novio, sino a mi mejor amigo y a la persona que más quería desde hacía muchos años. Lo has arruinado todo. Esas palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza, como martillazos, haciendo que me encogiera más y más, hasta que me quedé con la cabeza entre las rodillas en medio del paseo de la playa. 

Cuando empecé a oír un poco mejor la voz de Sara me levanté y dejé que me guiara hasta el hotel. Me dejó en la puerta de mi habitación y yo entré sin despedirme. Me tiré en la cama y no me desperté hasta que llamaron a mi puerta, a las 10:00. Abrí la puerta sin molestarme a cambiarme antes, por lo que Yoel me pilló con la misma ropa de ayer por la noche.

- ¿Has hablado con él?- me dijo entrando en mi habitación sin ni siquiera pedir permiso.

Me quedé quieta sin saber si echarlo de mi habitación o desahogarme y contárselo todo. Pensé que sería mejor la primera opción porque no quería estar con nadie y menos con él en mi habitación, ya que podían venir mis padres.

- Yoel, es mejor que te vayas...-mi voz sonó frágil y cansada. No había dormido bien desde hace días y no tenía muy buena pinta.

- Por favor Vera, no me digas que tú también estás enfadada...- parecía que estaba suplicando para que no le echara. Por un momento se me pasó por la cabeza que podría sentirse mal, aunque deseché la idea al segundo. Yoel no era de esos.

- No quiero estar con nadie y menos contigo.- dije en tono cortante.

Entonces se acercó y me miró a los ojos, a unos pocos centímetros de mi cara. Aquellos ojos negros me desgarraban por dentro. Los de Mario me aturdían y embelesaban, pero los de Yoel me hacían sentir un profundo dolor en el pecho. Me volvían a fallar las piernas. Estuve a punto de caerme, pero Yoel me cogió por la cintura y no me soltó hasta que parecí menos aturdida. 

- ¿Vera estás bien?

- Sí, vete ya Yoel.

Quiso replicarme, pero le dejé muy claro que no quería estar con nadie y se fue. 

Empecé a preparar todo para la boda. Sería a las 15:00. Me vestí para ir a desayunar e ir directa a la peluquería. Salí así de la habitación: Conjunto. Hoy no hacía tanto calor como los demás días, aunque decían que mejoraría en un par de horas. Bajé rápido y cogí un bollo y un café para llevar. No quería encontrarme con Yoel bajo ningún concepto.

Fui a comprar las últimas cosas que me hacían falta y me fui a la peluquería. Salí y fui lo más rápido que pude a la habitación para vestirme y maquillarme. Eran las 12:00 cuando entré en la habitación para empezar a prepararme. Era temprano, pero iba a necesitar tiempo. Pasaron las horas y cuando acabé de hacerlo todo ya eran las 14:15. Tendría que ir corriendo para reunirme con mis padres. Salí así de la habitación: Conjunto. Me reuní con mis padres y juntos fuimos a la iglesia para la boda.  Me mantuve en el fondo de la iglesia junto a mi hermano, para que Yoel no viniera a hablar conmigo. La boda fue preciosa, aunque yo no estaba muy atenta. Nos fuimos al restaurante a las ocho de la tarde. La familia había querido que el fotógrafo sacara todas las fotos que pudiera, tanto a loa novios como a toda la familia. 

No me sentía nada cómoda en el restaurante. Todos estaban bailando y riendo, pero yo no era capaz, no era capaz de pensar en algo que no fuera en el daño que le había hecho a Mario y en que nunca me lo perdonaría. Estaba sentada esperando a poder irme de allí cuando alguien me cogió de la mano para levantarme de la silla. Yoel. No me había dado cuenta de que llevaba esmoquin. No pude evitar soltar una risita.

- ¿De qué te ríes?.- parecía contento de oírme reír, aunque no sé por qué, que me hiciera gracia verle con esmoquin no significaba que estuviera bien.- Ven anda, ven a bailar conmigo.

- No. Prefiero quedarme aquí.

- Venga. No te quiero dejar aquí sola.- ¿Por qué sonreía tanto? Parecía como si para él no hubiese pasado nada.

- Que no, Yoel. Déjame en paz.- hice que me soltara la mano.

- Sabes que no lo haré. Sabes que no me sentiría bien si te dejara a ti sola.

- ¿Y crees que a mí me importa lo que sientas tú después de lo que ha pasado? ¿Piensas que quiero hablar contigo después de todo este lío? Yoel, vete a la mierda.

Me levanté para poder ir al baño, ya empezaban a entrarme las ganas de llorar. Al levantarme, él me cogió del brazo.

- ¡DÉJAME EN PAZ, YOEL!- nadie se había enterado, ya que la música estaba muy alta. Bueno, solo Sara se había enterado, y venía hacia nosotros. Se acercó y le obligó a Yoel a soltarme el brazo.

- ¿Quieres dejarla en paz? ¿No has visto el daño que has hecho otra vez?.-´era la primera vez que oía a Sara hablar con él, sin contar aquella vez que había sido al abrir la puerta.- Siempre haces lo mismo, Yoel. Nunca te llega, ¿verdad? No te llega meterte en tu vida, si no que tienes que venir a arruinar la vida de los demás. Ya le has fastidiado bastante, ¿no crees? Ahora vete a buscarte a otra chica y jódele la vida a ella también, pero a Vera déjala en paz, ¿entendido?

Yoel decidió irse y Sara me acompañó al baño. No pude evitar echarme a llorar en sus brazos.

- Vera no llores, no merece la pena.

-Lo he jodido todo...Todo es por mi culpa.- no dejaba de llorar.

-No digas eso...él fue quien te besó.

-Pero yo le dejé. Todo es por mi culpa. Mario me odia.

- Mario no te odia, solo está dolido. Tienes que dejarle un tiempo para que él se aclare. Si te quiere volverá.

Nos quedamos allí sentadas en el suelo del baño, yo llorando y ella consolándome. Después de un rato, decidí salir para pedirle a mi hermano que me llevara al hotel. Me despedí de Sara y me fui.

Llegué al hotel muy cansada. Le di las gracias a mi hermano, me puse mi pijama y me tumbé en la cama. No quería despertarme jamás. Mañna por la mañana nos iríamos a casa, a Madrid, y no sabía como iba a actuar en el instituto.

¿Cómo iba a arreglar todo este lío? ¿Mario me perdonaría algún día? Lo único que sabía era que aquel beso con Yoel, aquel error tan grande, lo iba a pagar muy caro

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