jueves, 19 de septiembre de 2013

Capítulo 11


-Narrado por Brenda-


Me senté junto a Vera y le llené su plato, aunque no comió nada. 

- ¿Qué te pasa? Es tu comida favorita.

- Le he contado lo de Anne a Santi. Le he destrozado.

No quise acabar de comer. Subí las escaleras y abrí la puerta de su habitación.

- ¡Vera lárgate!- gritó. Estaba tumbado en la cama.

- Soy Brenda.

Se incorporó y me dijo que pasara.

- Ya te has enterado, ¿no?

- Sí...¿Te encuentras bien?

- No mucho.

- No vale la pena que estés mal, Santi. Ella no merece la pena.

- ¿Y tú como sabes eso?

- Porque tú vales mucho que cualquier otra persona.
Sonrió. Esa sonrisa que, aunque no admitiría nunca,  me hacía sonreír a mí también y me hacía sentir tan bien. Me mira a los ojos y me dice:


- Gracias de verdad, pelirroja.- y al decir esto, me alborota el pelo.

Me pongo en pié de un salto y le cojo del brazo.

- Venga, baja a comer con nosotros y por la noche nos iremos de fiesta.

- Eloy ha quedado por la noche y tal y como está Vera, no va a querer ir a ningún sitio.

- Pues nos iremos tú y yo. ¿Te apetece?

- Claro.- dijo mostrando su preciosa sonrisa. 

Bajamos y nos sentamos en la mesa. Acabamos todos de comer y yo me fui a casa. No pensaba perder ni un minuto para prepararme. Después de una tarde de vaciar y volver a colocar una y otra vez mi armario, por fin encontré algo decente que ponerme con el tiempo justo: Conjunto. Salí de mi casa y me fui de vuelta a casa de Vera, ya que había quedado para cenar allí y ver unas pelis antes de irnos.

Llegué y Vera me estaba esperado en la puerta.

- Ven, tenemos que hablar.

Bff, no. Ya sabía lo que me iba a decir. Otra vez la misma charla que me echaba desde hace un año, interrogándome sobre mis sentimientos hacia Santi. Y claro, otra vez las mismas mentiras. Hacía ya mucho tiempo que sentía algo por Santi, aunque no sabía bien el qué. 

- ¿Qué?

- ¿Me vas a decir otra vez que no sientes nada por mi  hermano o me vas a contar de una vez la verdad? 

- ¿Qué verdad? Solo intento ayudarle porque es mi amigo. ¿Qué más quieres saber?

Sabía que no se estaba creyendo ni una palabra, pero no le iba a dar la razón. 

- Sabes que no te creo.

- Lo sé, y me da igual.

Me giro y me voy al salón. Me da igual lo que diga. ¿Acaso no puedo ser su amiga? ¿Acaso piensa que hago ésto para que se fije en mí? ¿Es que no me conoce? Voy por el pasillo cuando ella me para.

- ¿Qué quieres ahora?

- Lo siento. Ya sé que me pongo un poco pesada con esto.

- ¿Un poco?

Me sonríe.

- Lo siento, pero sabes que me preocupo mucho con ésto porque no quiero que mi hermano te haga daño, ya sabes como es él a veces con las chicas. No volveré a decirte nada sobre esto, ¿vale?

Ahora soy yo la que le sonríe.

- Gracias.- y le abrazo. 

- Por cierto, estás más que preciosa.

- No me hagas reír, Vera.

Pone los ojos en blanco. Es algo que yo misma le he pegado con el paso de los años.

- ¿Segura de que no quieres venir con nosotros?

- Segura. Prefiero quedarme a descansar. Han sido días muy duros.

Vamos juntas hacia el salón y cuando llegamos ahí está, tan perfecto como siempre. Me digo a mí misma que me controle.

Se me queda mirando. ¿Qué pasa? ¿Por qué me mira así? ¿Me he maquillado demasiado? ¿O es porque no voy lo suficientemente arreglada? Me pongo nerviosa. Sonríe al fin. ¿Y ahora por qué cojones sonríe? ¿Se está riendo de mí? Me pongo colorada. Mierda. Pensaba que podía controlarme. Su sonrisa se ensancha. 

- Vaya.- dice. Hasta él se queda desconcertado por su propia reacción.

Se me acelera la respiración. Joder, estoy por darme la vuelta e irme. Me pongo a la defensiva, como siempre hago cuando estoy nerviosa.

- ¿Qué coño pasa? ¿Acaso pensabas que iba a ir en chándal o qué?

- No, pero me asombra ver que puedes estar decente.- dice burlándose de mí.

Yo le hago una mueca y nos sentamos todos en el sofá para ver una película y comer las pizzas que han encargado.

- Oye, ¿y tus padres?

- Se han ido hoy por la mañana para hacer un pequeño viaje solos y han decidido dormir hoy en un hotel para no conducir tanto por la noche.

Asiento y me cojo un trozo de pizza.

- Oye gilipollas, ese cacho era mío.

- Pues cógelo si quieres.- le digo abriendo la boca. Él se acerca de broma y saca la lengua con ademán de coger el cacho en mi boca. Se me acelera el pulso y me vuelvo a poner colorada. 

- Por dios chicos, qué asco.- dice Vera. Él se separa a pocos centímetros riéndose y yo me cierro la boca e intento tranquilizarme. 

Qué incómodo. ¿Cómo puedo estar así? Intento razonar. ¿Por qué me pongo tan nerviosa? No es para ponerse así. Acabamos de ver la peli, aunque con los nervios que tengo no me entero de nada.

Recogemos todo y nos vamos, presintiendo que está noche pasará algo, no sé el qué, pero pasará. Y cómo no, tenía razón. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario