sábado, 15 de junio de 2013

Capítulo 7.


Bajamos hasta el restaurante. Había muchísima gente allí. Yo y mis hermanos nos fuimos a la zona que estaba asignada para la gente de nuestra edad. Me presenté con los chicos y chicas de mi mesa y empezamos a hablar de las ciudades de las que veníamos. Después de 15 minutos de presentación nos dispusimos todos a comer. Era un buffet libre así que me levanté para coger mi bandeja y servirme.

Me puse a la cola y alguien chocó conmigo. Oh no.

No nos dijimos nada cuando nos reconocimos, solo nos quedamos mirándonos a los ojos. Todas las veces que le había visto no había parado de mostrar su preciosa sonrisa, pero en ese momento estaba atónito. Aquellos ojos negros miraban fijamente los míos.

- ¿Qué haces aquí?- le dije en un tono un poco molesto (aunque claramente me molestaba que estuviera allí).

- Está claro, ¿no? Estoy en la boda de mi madrina.

No por favor, eso no. No me podía creer que mi tía fuese la madrina de Yoel.

- Y tú, ¿qué haces aquí?

- Eva es mi tía.

Él también se quedó asombrado. Después de servirme, me dirigí a mi mesa y él vino detrás de mí, diciendo:

- Bueno, ahora tendremos más tiempo para nosotros...- volvió otra vez su sonrisa arrogante.

- ¿Cuántas veces te tengo que decir de que no me gustas?

- Sé que no es verdad. Por cierto, ¿y tu novio?

- Mi novio está en su casa, ¿o querías que viniera para que se enterara de los encontronazos que hemos tenido y te diera otra paliza?

- Que venga si quiere tener problemas.

- Problemas vas a tener tú como no me dejes en paz.

Llegué a mi mesa y me senté. Él seguía de pie a mi lado, queriéndose sentar, pero estaba todo ocupado en aquella mesa. Las chicas que estaban conmigo empezaron a babear.

- Hola Yoel...- decían unas.

- ¿Qué tal estás? ¿Tienes planes para hoy?.- decían otras.

Yo le miré. Él pensaba que yo sería como una más de esa mesa. Me hacia mucha gracia pensar en que él tenía esa idea tan equivocada  de mí. Él, notablemente incómodo por los comentarios de las otras chicas, decidió irse a su mesa, pero no sin antes acercarse a mí y decirme al oído:

- No pienses que yo te imagino como todas estas. Tú eres mucho más.

Y dejándome colorada, se fue a su mesa. Todas las chicas empezaron a preguntarme de qué le conocía y yo les decía que solo era un chaval al que me lo había encontrado un par de veces. Todas empezaron a contar sus "historias" con él, aunque oyéndolas, se notaba que ninguna de sus ideas iban a acabar muy bien.

- Seguro que hoy me llama...Me dijo alguna que otra vez que le gustaba.- decía una.

- ¿Pero qué dices? Si me pidió a mí salir...

Viendo que empezaba una discusión, me fui derecha a la mesa de los chicos, donde estaban mis hermanos sentados y, desgraciadamente, Yoel.

- Ey hermana, ¿qué haces aquí?.- me dijo Eloy sorprendido.- ¿No tendrías que estar con las chicas?

Miré a Yoel y dije:

- Ya que allí están a discutir por un chaval al parecer bastante falso y manipulador, he decidido venirme a otra mesa.

En vez de sentirse avergonzado o incómodo, pareció sentirse de lo más halagado. Qué arrogante es. Nos pusimos a comer, aunque a mí se me quitó un poco el apetito por lo incómoda que me sentía al ver que no dejaba de mirarme. Pasó la "gran comida" y todos se fueron donde quisieran. Yo decidí irme de compras con las amigas que había hecho, así que me fui a cambiar,me despedí de mis padres y me fui con ellas. Fui vestida así: Conjunto. Éramos 4: Sara  Conjunto, María Conjunto, Emma Conjunto y yo. Nos pasamos la tarde entre tiendas y monumentos. Ellas ya habían estado en Barcelona otras veces, pero yo no había ido nunca. Fue genial poder pasar la tarde con ellas. Llegamos al hotel cargadas de bolsas. Yo traía esto: Conjunto. Llevaba cosas para Brenda, Mario y para mí. Quedamos en que volveríamos a ir de compras el lunes. Nos iríamos a casa el próximo domingo, así que tenía muchísimos días para poder salir. Teníamos planeado cenar unas pizzas y salir por la noche con los chicos y las demás chicas que íbamos a la boda.

Eran las 21:00. Pedimos las pizzas y nos fuimos a mi habitación. Empezamos a hablar y, como no, salió el tema de Yoel.

- ¿Y de qué le conoces?.- me preguntó María.

- Lo conocí una noche. Mi novio y él se pelearon cuando estaba intentando ligar conmigo y desde entonces hemos tenido algunos encontronazos. Es un pesado.

- Se nota que le gustas...- dijo Emma.

- Por favor, ¿cómo podéis decir eso? Ya sabéis muy bien que a él no le gusta ni quiere a nadie. Solo es un gilipollas.- interrumpió Sara.

Todas se quedaron calladas. Al final me animé yo a decir:

- ¿Todas habéis tenido algo con él? 

- Pues claro.- dijo María.- Yo y Emma solo estuvimos liadas con él. Sara fue la única que duró más de un mes con él.

- Por desgracia.- dijo Sara.- Más me  habría valido pasar tres semanas con él como vosotras que los dos meses que viví engañada. Fue un gran error.

- ¿Por qué? ¿Qué pasó?.- dije. Sara parecía realmente molesta por hablar de él. 

- Me engaño con una amiga mía. Y además de engañarme, me dejó delante de todo el instituto en una fiesta.

Estaba bastante enfadada al hablar de aquello, así que decidí dejar el tema. Pasaron las 22:00 y seguimos riendo y tomando pizza. Todos nos marcharíamos a la 00:30, por lo tanto teníamos tiempo de sobra. Nos pusimos a ver la película "Cartas a Julieta" cuando de repente alguien llamó a la puerta. Sara se levantó de la cama y abrió la puerta. Era Yoel.

- ¿Qué quieres?- dijo Sara con tono enfadado.

Mario no puso mala cara al mirarla, más bien se sentía un poco avergonzado por verla allí, espero que se sintiera muy mal por lo que había hecho.

- Venía a hablar con Vera.

Salí yo, esperando que no me viniera a pedir una cita. La suerte no me sonrió.

- ¿Qué pasa?

- Nada, te venía a decir si querías dar una vuelta. Estás bien acompañada, no lo dudo, pero conmigo lo pasarías mejor.- otra vez volvía el Yoel arrogante, aunque no sabía si lo único que tenía ese chico era arrogancia.

- Pues no. Estoy muy bien con ellas y ya hemos quedado con los demás a las 00:30, así que no hace falta que te molestes.- y le cerré la puerta en la cara.

Sara estuvo incomodada gran parte del tiempo, pero en cuanto nos pusimos a probar ropa para irnos, se le pasó todo. Decidí ir así: Conjunto. No quise llevar chaqueta porque hacía muchísimo calor. Nos fuimos a conocer un poco más la ciudad. Bebimos y bebimos y bebimos. Pasadas las 04:30 de la mañana nos fuimos todos los 16 que éramos junto a otros 6 que habíamos conocido a la playa. No hacía nada de frío y no había nadie en la playa (aunque claro, era lo normal, eran más de las cuatro de la madrugada)Muchos se fueron a bañar, pero otros (como Sara, María, Emma y yo) nos quedamos en la orilla, tumbadas en la arena. Estaba bastante borracha, más de lo que yo estaba acostumbrada. Estaba aturdida, riéndome sin parar, cuando alguien se me acercó. Era Yoel. Busqué la cara de mala ostia de Sara, pero no la veía. Ni a ella ni a ninguna de las tres. 

- Yoel no empieces eh. Déjame.-le dije un poco mareada. 

Él no dijo nada. Se quedó mirándome fijamente. Se fue acercando lentamente hacia mi. Yo me quería apartar, pero había algo, no sé si en su mirada o si en mí, que hizo que no me moviera ni siquiera un milímetro. Estábamos nariz con nariz cuando se paró. Nos quedamos así por un momento mirándonos sin saber qué hacer.
¿Qué podías hacer yo? Quería apartarme, pero a un mismo tiempo no quería moverme, una parte de mí quería quedarse así durante toda la noche. Y de repente, sin que yo me lo esperara, me besó. Fue un beso tan dulce. No pensé que en él hubiera besos así, cariñosos, tiernos, que te hacen sentir bien. No me imaginé que en él hubiera esas palabras. Mario. Me vino su nombre a la cabeza y me aparté. Le miré a los ojos a Yoel y empecé a llorar.
¿Qué había hecho? No, no podía haber hecho esto, no podía haber besado a alguien que no fuera Mario. Seguía llorando y Yoel dijo:

- Vera, ¿estás bien? ¿Qué te pasa?- intentó abrazarme, pero me aparte.

- ¿Cómo que qué me pasa? ¡Te he besado, Yoel! ¡Tengo novio! Yo quiero a Mario.- al decir el su nombre empecé a llorar aún más. No me podía creer que hubiera hecho esto ¿Cómo me lo iba a perdonar Mario? No me perdonaría ni yo misma ¿Cómo se lo decía? No podía ni pensar en su nombre. Dios, me tenía que ir de allí. Me levanté y me dirigí al hotel. Oía como Yoel me llamaba, pero yo no le hacía caso. No podía escucharle, no podía mirarle, no podía hacer nada. Me sentía tan avergonzada conmigo misma. Me despreciaba en ese momento. Yo seguía andando, aunque no sé hacia donde, porque no sabía ni donde me encontraba. Paró un coche a mi lado y uno de los chicos que iba dentro bajó la ventanilla.

- Guapa, ¿te llevo a algún sitio?- me dijo.

Yo no podía hablar, no me salían las palabras, ni para aquel tipo ni para nadie. Seguí andando. El coche seguía estando a mi lado, siguiéndome.

- ¿No me has escuchado? Sube al coche anda.-  abrió la puerta del coche y salió para cogerme del brazo.

Yo intenté empujarlo, pero no tenía fuerzas. Me cogió por los brazos para meterme en el coche. Quería gritar, pero no tenía voz. Quería moverme, pero no era capaz. De pronto, ya nadie me agarró, noté como me soltaban. Me giré y vi como Yoel le apartaba de mi. No sé qué le dijo Yoel, pero se fue inmediatamente. Se me acercó y me abrazó.

- ¿Estás bien?- dijo. Su voz estaba rara ¿Estaba llorando? No, Yoel no podía llorar. Me aparté y me fijé en su cara. Sí, estaba llorando.

- Sí, estoy bien...Yoel, ¿estás llorando?

Él se secó las lágrimas y me llevó a casa. Estuvimos callados todo el camino. Llegamos al hotel y me acompañó hasta la puerta de mi habitación.

- Bueno...-dijo un tanto incómodo.- ¿Qué va a pasar ahora?

- Nada. Tú y yo haremos como si no nos conociéramos. Pasará esta semana, me iré a casa y se lo contaré a Mario.

- ¿Se lo vas a contar? ¿Crees que no se enfadará?

- Me odiará por esto, pero se lo tendré que decir.

Se acercó y me dijo al oído:

- Yo no quiero hacer como si ni te conociera. Me gustas Vera y yo  a ti. No quiero separarme...- le interrumpí.

- Yoel, tú a mi no me gustas. Yo quiero a Mario y punto.

Entré y cerré la puerta. No me podía creer que pasara esto. Todo había sido un completo error. A mi Yoel no me gustaba, yo solo quería a Mario. Una idea me vino a la cabeza: ¿Y si sí que sentía algo por Yoel? No, no podía ser. Yoel era arrogante y falso, sin escrúpulos ni sentimientos, pero antes no había sido él.

Esa noche no dormí, me quedé pensando en miles de cosas. Pensé en Mario, en Yoel, en lo mala persona y novia que había sido. Pensé en cómo se lo podría decir a Mario, pero no se me ocurría ninguna manera de decírselo. Me quedaban muchos días por aguantar allí. Iba a ser una semana muy larga.


No hay comentarios:

Publicar un comentario