sábado, 8 de junio de 2013

Capítulo 5

Llegué al parque y allí estaba, tan guapo como siempre. Iba vestido así: Conjunto.
Nos fuimos a dar una vuelta mientras yo le contaba todo lo que había pasado. Cuando acabé de contarle todo, nos dirigimos a un bar donde siempre tomábamos algo con nuestros amigos. Entramos y nos pusimos en una mesa. Estuvimos hablando durante un buen rato sobre nosotros, sobre todos los momentos vividos juntos desde que éramos pequeños. 

Pasó un rato y pronto llegaron nuestros amigos y nos pusimos a charlar y a jugar al billar. Yo estaba charlando con unas amigas mías, cuando llegaron una pandilla de chavales y se pusieron en la misma mesa que nosotras.

- Ey, ¿qué tal estáis guapas?- nos dijo uno de ellos.- ¿Os importa si nos sentamos con vosotras?

Todos nuestros amigos y las amigas que no estaban con nosotras en la mesa se giraron para ver lo que pasaba. Mario y otro amigo más se iban a acercar, pero le hice un gesto para que no vinieran de momento. Nos miramos incómodas y decidí hablar yo.

- No gracias, estamos bien solas.

- Por favor, se nota que necesitáis compañía.- dijo riendo.

- Pues no, te aseguro que estamos muy bien sin vosotros.

- Jaja, ¿y eso? No veo que esté tú novio por aquí, si es que tienes...- me dijo tocándome la barbilla.

Yo le aparté la cara y le miré a los ojos. Era guapo, aunque la gilipollez le quitaba todo lo bueno. Él seguía con expresión tranquila y sonriendo, como si lo hiciera todos los días.

- ¿Te has enfadado? Anda, no te enfades guapa...- después de decirme esto me abrazó, sobándome sin dejar que yo le pudiera empujar. Justo en ese momento Mario vino corriendo y le apartó. Estaba bastante enfadado.

- Ey ey, ¿y a ti qué te pasa?- dijo.

Todos se acercaron, tanto sus amigos como los míos.

- Mira, mejor lárgate antes de que te tenga que dar de ostias, ¿entendido?- le dijo Mario.

Los amigos de aquel chaval se acercaron, pero él les dijo que podía arreglárselas solo. 

- JÁ, ¿me vas a impedir tú que le hable a esta chica?- le dijo acercándose mucho a él.

- Esta chica es mi novia, así que ya puedes dejarla en paz.

- ¿Y si no quiero? No creo que te la merezcas, dejándola sola aquí.

Iba a responder yo cuando de repente Mario le dio un puñetazo. Desde ahí todo fue a peor. Rápidamente llegaron los amigos de aquel flipado para echarse encima de Mario, pero también se acercaron nuestros amigos, por lo que se formó una enorme pelea. Intenté separarlos, pero justo entonces cuando tiré de la chaqueta de aquel tipo, me dio a mi también al apartarse haciéndome una herida en el labio. Al ver esto, Mario empezó a golpearlo en serio, hasta que el otro se dio por vencido. 

- Tú tranquilo, que nos volveremos a ver.- y así como dijo esto, se marcharon él y su pandilla.

Yo me quedé quieta, sin mirar a nadie. Me sangraba el labio y me dolía. Se acercó Mario hacia mi y me preguntó si estaba bien mientras me limpiaba la herida. Eran las 03:00 de la madrugada, habría que irse a casa. Nos fuimos del bar y caminamos hasta llegar a mi casa; yo con un pañuelo en mi labio para que dejara de sangrar, y él con un ojo morado. Llegamos y le dije que entrara para coger un poco de hielo para su ojo. Entramos con cuidado y vimos que la luz del salón estaba encendida. Allí estaba mi hermano Santi viendo una película con una chica. Era morena con el pelo y los ojos castaños.

- Por fin has vuelto eh.- me dijo riendo.- Has tenido suerte, papá y mamá han salido y Eloy está en casa de un amigo.

Me relajé un poco al saber que mis padres no estaban.

- ¿Y éste quién es? ¿Mario, no? ¿Qué hace con el ojo morado? ¿Y a ti que te ha pasado en el labio?

- Nada.- le dije yo con tono despreocupado, aunque no sirvió de nada, porque en cinco minutos ya me lo había sonsacado todo.

- Pues menos mal que papá, mamá y Eloy no están aquí, porque te meterías en una buena...

- Ya ya, lo mismo te digo a ti ¿Quién esa que has traído?

- Tu nueva cuñada.- me dijo sonriente.

Como no, Santi ya tenía que tener una nueva novia, aunque seguramente no duraría mucho, al igual que las otras. No creo que a Brenda le fuera a gustar mucho la idea, porque, aunque ella no lo admitiría nunca, sé que siente algo por él. Aunque a mi no me gustaría nada que estuvieran juntos, Santi le haría daño, eso seguro.

- Aaah, pues a ver cuánto dura esta...

- Durará, ya lo verás.

No le creí ni una pizca. Volví al salón con un poco de hielo envuelto en un pañuelo y se lo di a Mario. Santi se acercó con su nueva novia y dijo: 

- Bueno Vera, te quiero presentar a mi novia Anne. Anne, esta es mi hermana Vera.

Nos dimos dos besos.

- Encantada de conocerte.- le dije.

- Igualmente.- me dijo con una cálida sonrisa.

Bueno, parecía maja. Por lo menos parecía mejor que sus otras novias.

Eran las 04:15 de la madrugada, así que Mario decidió irse. Salimos por la puerta y le acompañe hasta el portal.

- Vera, siento muchísimo lo que ha pasado hoy.

- No ha sido culpa tuya, bobo.

- Ya, pero por llevarte allí se nos ha estropeado la noche, no volverá a pasar.

Se le veía bastante apenado. Aunque tenía razón, aquel gilipollas nos había arruinado la noche.

- No importa, nos quedan muchas noches.

Nos despedimos y se fue. Volví adentro y me dispuse a ponerme a ver la peli también, pero viendo lo acaramelados que estaban mi hermano y Anne, decidí irme a dormir.

Aquella noche soñé con bares y peleas en los que siempre veía al mismo chico, aquel chico con el pelo y los ojos negros.

Las 07:35, habría que levantarse. Me vestí, me preparé y salí de casa así: Conjunto. Cuando salí ya vi a Brenda en el portal esperándome. Iba vestida así: Conjunto.

- ¡Hola mi amor!- me dijo contenta.- Ya te echaba de menos.

- ¡Hola! Y yo a ti.

Fuimos caminando hacia el instituto cuando me atreví a decirle:

- Brenda, tengo una cosa que decirte, pero no quiero que te lo tomes a mal.

Me miró preocpupada.

- ¿Es algo malo? Dime.- me dijo ella con un tono preocupado.

- Sé que tú nunca lo has admitido, pero aún así sigo pensando lo mismo que todos estos años...

Cuando dije esas palabras, ella ya lo había pillado, sabía que se trataba de Santi.

- Vera, ¡otra vez no! Te he dicho miles de veces que no siento eso por Santi ¡Para mí es como si fuera un hermano!

- Bueno, pues entonces no te importará saber que tiene nueva novia.- al decir esto la miré fijamente para ver si algo en su cara cambiaba, pero nada.

- Pues vale, bien por él ¿Por qué me iba a importar?

Tal vez no tuviera razón y Brenda no sentía nada por él. 

La mañana pasó muy rápida, Mario faltó a clase porque le dolía mucho el golpe de anoche, así que esa mañana no tuve a nadie a quien mirar en clase, a quien hablarle por señas en matemáticas ni con quien saltarme clases para estar juntos en una clase vacía. Volví andando al salir del instituto triste y sola, ya que Brenda se había quedado allí para estudiar en la biblioteca. Cuando iba andando se me cruzó una moto por delante y se paró. De ella bajó un chico alto, y al quitarse el casco, vi que era el mismo chico de anoche, el que había pegado a Mario y nos había arruinado la noche.

- Hombre, ¡mira a quien tenemos aquí! Otra vez sola eh, como se nota que tu novio no te cuida.

Tenía un ojo morado y alguna que otra marca en la cara que le había dejado Mario anoche. Aún así, tenía que admitir que seguía estando muy guapo.

- Me ha cuidado muy bien, y si no me crees mira tu cara en el espejo.

- Ja ja, mi cara está preciosa con o sin golpes.

Ahí estaba lo malo, todo lo guapo que era lo estropeaba su ego y su gilipollez inmensa. Pasé de él y seguí mi camino hacia mi casa, pero él me retuvo.

- Ey, ¿te vas? Si nos lo estábamos pasando bien...-dijo mostrando su preciosa y perfecta sonrisa.

- Habla por ti, yo me voy a casa.- volví a pasar de él, pero otra vez me retuvo cogiéndome por el brazo.

- Espera espera, ya te dejo en paz. Ya que te veo, aprovecho para disculparme contigo por haberte hecho eso en el labio.- me dijo acariciando con sus dedos mi labio inferior, donde tenía la herida.

Yo aparté la cara y le dije:

- No hace falta que te disculpes. Solo hazme un favor, déjame en paz y no vuelvas a hablar conmigo, ¿vale?

- Lo intentaré, pero no prometo nada. Me gustas lo bastante como para que quiera hablarte, así que siéntete afortunada.

- Eres detestable ¿Me dejas irme ahora?

- Sí, pero antes de que te vayas me quiero presentar. Yo soy Yoel, ¿y tú?

- Yo no soy nadie, así que olvídame, ¿quieres?

Me di la vuelta y ya no intentó sujetarme, se fue con su moto, y yo me fui a mi casa. Decidí no contárselo a Mario, no quería que se pusiera mal. 

Pasé la tarde como una tarde cualquiera, aunque había algo que no podía sacarme de la cabeza: aquellos ojos negros que me miraban.

Aquella noche me acosté bien, sin preocupaciones, aunque no sabía  cuánto cambiarían las cosas por culpa de aquel chico.













No hay comentarios:

Publicar un comentario